Durante los últimos años los aspectos relacionados con el cambio climático, especialmente sus causas y efectos, han ido ganando protagonismo en los diferentes foros y sectores de la sociedad.
Así, la preocupación por el cambio climático es, hoy, una tónica presente en la mayoría; sin embargo, durante los últimos años han ido desvelándose posturas encontradas a dichas preocupaciones y es que, si bien muchos siguen considerando alarmantes los escenarios de cambio climático a los que se enfrenta nuestro planeta, otros, al contrario, consideran que éste es parte de la normalidad en los ciclos históricos del mundo en el que vivimos y, por lo tanto, algo con lo que podemos convivir.
Estas corrientes encontradas han generado que se hayan ido desarrollando unas posturas u otras de manera, sorprendentemente, ligada a diferentes ideologías o tendencias políticas.
Frente a las evidencias científicas, prácticamente unánimes, relativas al aumento de la temperatura del planeta durante los últimos años debido a la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, el punto central de discusión radica en los orígenes de dicha concentración y, por ende, en la responsabilidad e incluso culpa (para algunos) de las actividades del ser humano.
El otro gran punto de divergencia se situaría en el análisis de los efectos del cambio climático sobre el propio ser humano.
Así las cosas encontramos que, por una parte, están quienes afirman que el calentamiento del Planeta se debe, sin lugar a dudas, al crecimiento poco respetuoso con el medio ambiente de las actividades realizadas por el hombre, mientras que otros consideran que nuestra Tierra ha pasado a lo largo de su existencia por muchos cambios de temperatura: calentamientos y enfriamientos, estos últimos, por cierto, bastante más peligrosos que los primeros.
Además de lo anterior, dichas corrientes enfatizan que muchos fenómenos naturales, desde erupciones de volcanes hasta otros menos dramáticos como las normales variaciones de la radiación solar, contribuyen más al calentamiento global que todas las actividades que lleva a cabo el hombre para satisfacer sus necesidades.
Por otra parte, y ya en el terreno de las consecuencias del cambio climático, mientras que los primeros prevén el recrudecimiento de las condiciones de vida, debido a la intensificación de fenómenos metereológicos extremos, así como a los fuertes aumentos de temperatura en zonas tradicionalmente calurosas (con las correspondientes consecuencias negativas para: agricultura, ganadería, pesca, salud pública, consumos energéticos…), las otras posturas subrayan la capacidad de adaptación del ser humano, su natural inteligencia para seguir desarrollando avances que mejoren su calidad de vida y las oportunidades que el calentamiento brinda a las zonas tradicionalmente frías del Planeta.
Unas posturas y otras, entonces, toman la misma evidencia, el cambio climático, pero difieren sustancialmente en el papel que otorgan a nuestra especie tanto en sus causas como en sus efectos.
Es, precisamente, su postura frente al ser humano lo que distingue a aquéllas corrientes humanistas y más ligadas a la derecha, que consideran alarmas innecesarias y han llegado incluso a calificar de “terrorismo verde”, a las constantes expresiones de temor al cambio climático , de aquellas otras, ligadas más bien a la izquierda, en las que se enfatizan las consecuencias negativas de este fenómeno, así como la responsabilidad plena del hombre en sus causas, lo cual manifiesta nuestra falta de solidaridad, tanto para con nosotros mismos, como para con nuestro entorno natural.
Así, la preocupación por el cambio climático es, hoy, una tónica presente en la mayoría; sin embargo, durante los últimos años han ido desvelándose posturas encontradas a dichas preocupaciones y es que, si bien muchos siguen considerando alarmantes los escenarios de cambio climático a los que se enfrenta nuestro planeta, otros, al contrario, consideran que éste es parte de la normalidad en los ciclos históricos del mundo en el que vivimos y, por lo tanto, algo con lo que podemos convivir.
Estas corrientes encontradas han generado que se hayan ido desarrollando unas posturas u otras de manera, sorprendentemente, ligada a diferentes ideologías o tendencias políticas.
Frente a las evidencias científicas, prácticamente unánimes, relativas al aumento de la temperatura del planeta durante los últimos años debido a la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, el punto central de discusión radica en los orígenes de dicha concentración y, por ende, en la responsabilidad e incluso culpa (para algunos) de las actividades del ser humano.
El otro gran punto de divergencia se situaría en el análisis de los efectos del cambio climático sobre el propio ser humano.
Así las cosas encontramos que, por una parte, están quienes afirman que el calentamiento del Planeta se debe, sin lugar a dudas, al crecimiento poco respetuoso con el medio ambiente de las actividades realizadas por el hombre, mientras que otros consideran que nuestra Tierra ha pasado a lo largo de su existencia por muchos cambios de temperatura: calentamientos y enfriamientos, estos últimos, por cierto, bastante más peligrosos que los primeros.
Además de lo anterior, dichas corrientes enfatizan que muchos fenómenos naturales, desde erupciones de volcanes hasta otros menos dramáticos como las normales variaciones de la radiación solar, contribuyen más al calentamiento global que todas las actividades que lleva a cabo el hombre para satisfacer sus necesidades.
Por otra parte, y ya en el terreno de las consecuencias del cambio climático, mientras que los primeros prevén el recrudecimiento de las condiciones de vida, debido a la intensificación de fenómenos metereológicos extremos, así como a los fuertes aumentos de temperatura en zonas tradicionalmente calurosas (con las correspondientes consecuencias negativas para: agricultura, ganadería, pesca, salud pública, consumos energéticos…), las otras posturas subrayan la capacidad de adaptación del ser humano, su natural inteligencia para seguir desarrollando avances que mejoren su calidad de vida y las oportunidades que el calentamiento brinda a las zonas tradicionalmente frías del Planeta.
Unas posturas y otras, entonces, toman la misma evidencia, el cambio climático, pero difieren sustancialmente en el papel que otorgan a nuestra especie tanto en sus causas como en sus efectos.
Es, precisamente, su postura frente al ser humano lo que distingue a aquéllas corrientes humanistas y más ligadas a la derecha, que consideran alarmas innecesarias y han llegado incluso a calificar de “terrorismo verde”, a las constantes expresiones de temor al cambio climático , de aquellas otras, ligadas más bien a la izquierda, en las que se enfatizan las consecuencias negativas de este fenómeno, así como la responsabilidad plena del hombre en sus causas, lo cual manifiesta nuestra falta de solidaridad, tanto para con nosotros mismos, como para con nuestro entorno natural.
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