Pocos asuntos han causado en España más discusiones que los trasvases o transvases de ríos; práctica ésta que, por otra parte, se llevaba a cabo desde la época de los romanos en la península.
Ahora se empiezan a proponer, con fuerza en algunos foros, como EL FORO INTERNACIONAL DEL AGUA desarrollado en Xalapa, Veracruz, la semana pasada, trasvases de aguas desde los estados con mayor disponibilidad de este recurso, como es el caso de Veracruz, hacia otros donde el líquido es más bien escaso, como es Nuevo León.
Desde luego que el principio de solidaridad interterritorial, que rige dentro de cualquier ordenamiento jurídico nacional, sirve para justificar con total claridad este tipo de acciones; sin embargo, además de este principio jurídico-político, es necesario usar el mayor número de herramientas de gestión para analizar: ¿qué aguas?; ¿en qué cantidad?; ¿en qué punto de la cuenca debe realizarse un trasvase?; ¿cuáles son las estimaciones científicas de cantidad y calidad de agua bajo escenarios de cambio climático?....pero, sobre todo, ¿cómo hacer que una medida tan poco popular como esta sea aceptada por la población de origen?
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